jueves, mayo 14, 2020

REFLEXIONA EN ESTO

Hoy en Mi Blog Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez. Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto. No criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo. Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo sino en éste también. Solo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, la buena lectura es necesaria para la vida del alma. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos. Solo por hoy haré una buena acción y no le diré a nadie. Solo por hoy haré una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere. Solo por hoy me haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión. Solo por hoy creeré firmemente – aunque las circunstancias demuestren lo contrario – que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nada existiera en el mundo. Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad. Recordaré hacer durante doce horas lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda la vida. Juan XXIII Tengo un amigo llamado Monty Roberts que es dueño de un rancho en San Isidro. Muchas veces me ha permitido usar su casa para organizar actividades destinadas a reunir fondos para programas de ayuda a los jóvenes en peligro. La última vez que estuve, me presentó diciendo: -Quiero decirles por qué dejo que Jack use mi casa. Todo se remonta a la historia de un muchacho que era hijo de un itinerante entrenador de caballos, que iba de un establo a otro, de una pista a otra, de una granja a otra, de un rancho a otro entrenando caballos. Como consecuencia de ello, los estudios del muchacho se veían siempre interrumpidos. Cuando yo estaba en el secundario, le pidieron que escribiera un trabajo sobre lo que quería ser y hacer cuando fuera grande. “Esa noche, escribió una redacción de siete páginas en la que describía su meta de tener algún día un haras.” Escribió su sueño con mucho detalle y hasta dibujó un croquis del rancho de cien hectáreas, en el que señaló la ubicación de todos los edificios, los establos y las pistas. Después dibujó un plano detallado de una casa de mil trescientos metros cuadrados que se levantaría en el rancho soñado de cien hectáreas. “Puso mucho de su corazón en el proyecto y al día siguiente se lo entregó a su profesor. Dos días más tarde, recibió de vuelta su trabajo. En la primera página había una M roja grande y una nota que decía: ‘Ven a verme después de clase’.” “El chico del sueño fue a ver al profesor después de clase y le preguntó: ‘¿Por qué me aplazó?’ El profesor le dijo: ‘Es un sueño poco realista para un chico como tú. No tienes dinero. Vienes de una familia itinerante. No tienes recursos. Para tener un haras hace falta mucho dinero. Tienes que comprar la tierra. Tienes que pagar por la cría original y después tendrás que pagar muchos gastos de mantenimiento. No podrías hacerlo de ninguna forma. -Luego de lo cual, el profesor agregó-: Si vuelves a hacer el trabajo con un objetivo más realista, reconsideraré tu nota’.” El chico volvió a su casa y pensó mucho. Le preguntó al padre que debía hacer. El padre le dijo: -Mira, hijo, tienes que decidir por ti mismo. De todos modos , creo que es una decisión importante para ti. Finalmente, después de reflexionar durante una semana, el chico entregó el mismo trabajo sin hacer ningún cambio. Y dijo: -Puede quedarse con mi M, yo me quedaré con mi sueño. Monty se volvió entonces al grupo reunido y dijo: - les cuento esta historia porque están sentado en mi casa de mil trescientos metros cuadrados en el medio de mi haras de cien hectáreas. Todavía tengo aquel deber del colegio enmarcado sobre la chimenea. -Luego agregó: -Lo mejor de la historia es que hace dos veranos, ese mismo profesor trajo a treinta chicos a acampar en mi rancho durante una semana. Cuando el profesor se iba, dijo: “Mira, Monty, ahora puedo decírtelo. Cuando era profesor tuyo, era una especie de ladrón de sueños. Durante esos años, robé un montón de sueños de niños. Por suerte, tuviste suficiente sentido común como para no abandonar el tuyo...” No dejes que nadie te robe los sueños. Obedece a tu corazón, pasara lo que pasare.

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